Las cuatro cosas que se enfatizaron en el avivamiento galés

Continuamos con la meditación de ayer para examinar el avivamiento que tuvo lugar en Gales entre 1904 y 1906. Dios le dio a Evan Roberts una visión de ganar 100 000 personas para el Señor. Él tomó medidas inmediatas y organizó reuniones por todo Gales en el transcurso de un mes. Se predicó muy poco la Palabra de Dios; muchos de sus críticos argumentaron que esa fue la razón por la que el avivamiento se desvaneció en tres años. Mientras viajaba por Gales, se centró en cuatro principios clave:

1. Confesar todos los pecados conocidos

2. Afrontar y deshacerse de cualquier cosa «dudosa» en la vida

3. Estar dispuesto a obedecer al Espíritu Santo al instante

4. Confesar a Cristo públicamente

Desde el principio, Roberts hizo hincapié en la importancia de confiar en el Espíritu Santo. «Nunca preparo las palabras que voy a decir», señalaba. «Se lo dejo todo a Él. ¿Por qué debería enseñar yo cuando es el Espíritu el que enseña? ¿Por qué debería controlar las reuniones? El Espíritu que está en ellas las controla».

Creía en permitir que el Espíritu de Dios dirigiera libremente las reuniones. Durante este tiempo, el pueblo galés tenía un espíritu humilde y quebrantado, y a menudo oraba y compartía abiertamente lo que Dios estaba haciendo. Las reuniones también se caracterizaban por la adoración sincera de toda la congregación, con un coro formado por todos los asistentes. Incluso los jóvenes de entre 10 y 14 años buscaban a Dios y participaban en las reuniones de oración; tal era el clima espiritual en Gales en aquella época. La vida de muchas personas se transformó: disminuyeron los índices de criminalidad, se rehabilitaron alcohólicos y los bares registraron menos ventas. Las palabrotas desaparecieron y rara vez se volvían a oír. Se decía que los ponis de mina ya no entendían a sus mineros renacidos, que ahora hablaban con limpieza, sin palabrotas ni blasfemias. Para muchos, incluso deportes como el fútbol y el rugby perdieron su atractivo a la luz de la nueva alegría y el nuevo propósito que encontraron los conversos. Más de 100 000 personas se unieron a las iglesias de Gales, tal y como el Espíritu Santo le había dicho a Evan Roberts.

Una vez más, vemos en la historia del avivamiento galés que el Espíritu Santo descendió cuando un grupo de personas comenzó a orar, a abrir sus corazones y a tener sed de más de Dios. También estaban dispuestos a renunciar al pecado y a obedecer la guía del Espíritu en ellos y a través de ellos. Había una determinación en el corazón de Evan Roberts de obtener el poder del Espíritu mientras oraba fielmente, esperaba en Dios y asistía a la iglesia. Su fe no se apartó de Dios hasta que Él lo bendijo y recibió lo que necesitaba: ser lleno y empoderado por el Espíritu Santo.

Si hay un secreto para ser lleno y controlado por el Espíritu, es aprender a obedecer los impulsos internos del Espíritu. Una forma que he encontrado para ayudar a distinguir los impulsos del Espíritu Santo de mis propios pensamientos es evaluar un posible pensamiento de Dios para ver si sigue una cadena de pensamientos sucesivos o si la idea aparece de repente. Si el pensamiento surge como una bombilla que se enciende inesperadamente, podría ser un impulso del Espíritu. El siguiente paso es preguntarse: ¿cuál sería el resultado probable de obedecer ese pensamiento? ¿Existe la posibilidad de que Dios sea glorificado a través de este acto de obediencia? ¿Estaría en consonancia con las Escrituras? ¿Podría resultar en alguna bendición? ¿Y cuál sería el peor escenario posible si todo lo que oyes son tus propios pensamientos o si confundes una indigestión con una inspiración del Espíritu? Si el único riesgo es un poco de vergüenza, ¡adelante! Keith Thomas

Estas experiencias de avivamiento pertenecen a una serie que escribí sobre la obra del Espíritu Santo a través de su pueblo. Se encuentra en la página Todos los estudios. Desplázate hacia abajo hasta llegar a En llamas con el Espíritu Santo. Haz clic en el estudio 4: El avivamiento llega a los sedientos, de Keith Thomas.

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