- hace 12 horas

13«Si mi pueblo me escuchara, si Israel siguiera mis caminos, 14¡cuán pronto someterÃa a sus enemigos y volverÃa mi mano contra sus adversarios! (Salmo 81:13-14).
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Si queremos ser guiados y controlados por el EspÃritu Santo, debemos obedecer sus impulsos. ¿A qué me refiero con impulsos? Les daré un ejemplo: Hace varios años, cuando vivÃa en Inglaterra, mi esposa Sandy, nacida en Estados Unidos, se fue de casa para visitar a sus padres en Estados Unidos durante dos semanas. La noche antes de su regreso, me llamó desde el aeropuerto de Chicago para confirmarme que estaba embarcando en el avión; era un vuelo de ocho horas y llegarÃa al aeropuerto de Heathrow a las 6:00 a. m. Me desperté a las 3:30 a. m. para conducir las dos horas hasta el aeropuerto y, mientras recogÃa mis cosas, se me ocurrió de repente: «¡Lleva tu pasaporte!». Cuando se me ocurrió la idea, la descarté inmediatamente, pensando que no necesitarÃa el pasaporte, ya que no iba a ir a ningún lado. Seguà preparándome, con las llaves en la mano. Justo cuando me ponÃa la chaqueta para salir, volvà a pensar: «¡Lleva tu pasaporte!». Me pareció extraño, pero decidà obedecer la voz porque ya tenÃa cierta experiencia en escuchar ese tipo de indicaciones del EspÃritu. Asà que subà corriendo las escaleras, encontré mi pasaporte y salà corriendo hacia el coche.
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Llegué al aeropuerto de Heathrow a tiempo y, al entrar en la sala de llegadas, miré las pantallas y vi que el vuelo de Sandy habÃa llegado según lo previsto. Sin embargo, después de esperar dos horas, empecé a preocuparme. El tiempo de espera habitual es de solo media hora después del aterrizaje antes de pasar por aduanas e inmigración. Entonces, a través del sistema de megafonÃa, oà un mensaje: «¿PodrÃa el Sr. Keith Thomas acudir al mostrador de información?». Me puse más nervioso al no ver a Sandy allÃ. Un oficial de inmigración uniformado me estaba esperando. «¿Sr. Thomas?», me dijo, «¡Podemos resolver esto si tiene su pasaporte consigo!». Con una gran sonrisa, saqué mi pasaporte del bolsillo mientras él me explicaba que la oficina de inmigración británica solo necesitaba verificar que el esposo de Sandy era ciudadano británico. ¡Solo el pasaporte podÃa demostrarlo! Sandy se sintió aliviada después de esperar al menos un par de horas, detenida en una pequeña sala del aeropuerto. Sin saberlo, después de casarnos y de que ella viniera por primera vez a Inglaterra conmigo, Sandy solo tenÃa un visado de visitante y aún no se le habÃa aprobado su estatus de residencia. Sin una prueba de que yo era británico y ella mi esposa, la habrÃan enviado a casa en el siguiente vuelo porque habÃa excedido el plazo de su visado.
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Dios fue misericordioso al impulsarme a coger mi pasaporte por segunda vez. Me pregunto cuántas otras veces el Señor me ha inspirado asà y yo no le he escuchado. Si tan solo le escucháramos, ¿cuántas victorias y milagros de provisión podrÃamos recibir? Dios anhela ser misericordioso y decirnos cosas especÃficas a nuestro corazón, si tan solo acudiéramos a Él con suficiente tranquilidad para escuchar.
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Si hay un secreto para estar llenos y guiados por el EspÃritu Santo, es aprender a escuchar y obedecer los impulsos internos del EspÃritu. Una forma que me ha resultado útil para distinguir los impulsos del EspÃritu Santo de mis propios pensamientos es analizar el pensamiento que surge, ya sea que aparezca como una cadena de pensamientos sucesivos o que simplemente parezca surgir de la nada. Si no hay ningún vÃnculo entre pensamientos y la idea aparece de repente, como una bombilla que se enciende, podrÃa ser una inspiración del EspÃritu Santo. El siguiente paso es preguntarte: ¿Qué pasarÃa si obedeciera ese pensamiento? ¿Existe la posibilidad de que Dios sea glorificado a través de mi obediencia? ¿EstarÃa en consonancia con las Escrituras? ¿Hay alguna bendición potencial en ello? ¿Cuál es el peor escenario posible si se trata simplemente de tus propios pensamientos o de una indigestión en lugar de una inspiración del EspÃritu? Si el único riesgo es una posible vergüenza, ¡adelante! «Si mi pueblo me escuchara... ¡cuán pronto someterÃa a sus enemigos!» (Salmo 81:13-14). Keith Thomas
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