El plan para socavar la autoridad de Jesús
- Keith Thomas
- 29 sept
- 3 Min. de lectura
Estamos examinando las interacciones entre los líderes judíos y Jesús durante la última semana previa a su crucifixión. Después de que Cristo volcara las mesas de los cambistas en los atrios del templo, los principales sacerdotes y líderes sintieron que la situación se les estaba escapando de las manos, con la multitud pendiente de cada palabra de Cristo (Lucas 19:48). Sus celos y su temor a perder su control financiero les hicieron darse cuenta de que sus esfuerzos por detener la popularidad de Cristo eran ineficaces. Dijeron: «Mirad, esto no nos lleva a ninguna parte. Mirad cómo todo el mundo le sigue» (Juan 12:19). Decidieron socavar la fe del pueblo en la autoridad espiritual de Cristo pidiéndole su certificado de ordenación para ser rabino. Querían saber en qué escuela religiosa había estudiado y bajo la autoridad de quién actuaba. Por supuesto, sabían que no había asistido a ningún seminario ni yeshivá y que no tenía ninguna autoridad formal otorgada por los hombres. Creían que esta táctica desacreditaría y debilitaría la fe del pueblo en Él. Para maximizar su impacto, planearon interrumpir su enseñanza delante de la multitud.
1Un día, mientras enseñaba al pueblo en el templo y predicaba el evangelio, se le acercaron los principales sacerdotes y los maestros de la ley, junto con los ancianos. 2«Dinos con qué autoridad haces estas cosas», le dijeron. «¿Quién te ha dado esta autoridad?» 3Él les respondió: «Yo también les haré una pregunta. Díganme, 4el bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?». 5Ellos discutieron entre sí y dijeron: «Si decimos: "Del cielo", nos preguntará: "¿Por qué no le creyeron?". 6Pero si decimos: "De los hombres", todo el pueblo nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era un profeta». 7Entonces respondieron: «No sabemos de dónde era». 8Jesús dijo: «Tampoco yo les diré con qué autoridad hago estas cosas» (Lucas 20:1-8).
Los líderes religiosos creían que lo habían atrapado. Todo el pueblo observaba, esperando la respuesta de Jesús. Jesús respondió con otra pregunta. Si respondían a su pregunta, él respondería a la de ellos. «El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?» (v. 4). Esto puso a los líderes religiosos en una situación difícil, porque ellos habían rechazado el mensaje de arrepentimiento de Juan el Bautista para Israel (Lucas 7:29-30). El Señor utilizó la pregunta para revelar la hipocresía de los líderes religiosos. Al comentar este pasaje, William Barclay escribe:
«Les pidió que respondieran a la pregunta: "¿Era la autoridad de Juan el Bautista humana o divina?" La cuestión es que su respuesta a la pregunta de Jesús respondería a la pregunta de ellos. Todos sabían cómo Juan había considerado a Jesús y se consideraba a sí mismo solo el precursor de Aquel que era el Mesías. Si estaban de acuerdo en que la autoridad de Juan era divina, tenían que estar de acuerdo en que Jesús era el Mesías, porque Juan lo había dicho. El pueblo se levantaría contra ellos si lo negaban, porque Juan el Bautista era considerado un profeta. Jesús les preguntaba: «Díganme, ¿de dónde creen que proviene mi autoridad?». No necesitaba responder a su pregunta si ellos respondían a la suya.
Los líderes religiosos se sintieron humillados cuando Jesús se negó a responder a sus preguntas. ¿Qué podían decir? No habían creído el mensaje de Juan sobre el arrepentimiento y la preparación para el Mesías, pero también sabían que la mayoría de la multitud sí lo había hecho. No querían arriesgarse a iniciar un acalorado debate que pudiera provocar una reacción violenta de la multitud. Tuvieron que dar un paso atrás ante todos. La lección para nosotros es no endurecer nuestro corazón contra el Mesías, sino creer y confiar en Él. Él tiene toda la autoridad en el mundo. Keith Thomas
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