
Continuamos nuestra reflexión sobre el arresto de Jesús y los acontecimientos que siguieron durante su juicio. AllÃ, en el patio del sumo sacerdote, Pedro negó por primera vez al Señor. Una joven se acercó para examinar su rostro a la luz del fuego.
69Pedro estaba sentado en el patio, y una criada se le acercó. «Tú también estabas con Jesús de Galilea», le dijo. 70Pero él lo negó delante de todos. «No sé de qué estás hablando», respondió (Mateo 26:69-70).
Lucas nos dice que la sirvienta miró atentamente a Pedro, que estaba sentado frente al fuego, y lo acusó delante de los demás, diciendo: «Este hombre también estaba con él» (Lucas 22:56). Esta acusación repentina ilustra cómo nos llegan a menudo las tentaciones. Cuando le damos al enemigo un dedo, él se queda con la mano. Si le damos la mano, se queda con el brazo. Si le damos el brazo, se queda con el cuerpo. Debemos tener cuidado de no ceder ni un centÃmetro de nuestras vidas al enemigo de nuestras almas. Probablemente, Pedro temÃa ahora haber sido descubierto y necesitaba alejarse del fuego del patio. Mateo nos dice que se dirigió a la puerta, tratando de encontrar una salida.
71Entonces salió a la puerta, donde otra muchacha lo vio y dijo a la gente que estaba allÃ: «Este hombre estaba con Jesús de Nazaret». 72Él lo negó de nuevo, con un juramento: «¡No conozco a ese hombre!» (Mateo 26:71-72).
Nada indica que los sirvientes de la casa le hicieran nada a Pedro. Se vio presionado a negar al Señor por miedo. Ten cuidado cuando el miedo aparezca en tu vida, porque «el miedo es el impuesto que la conciencia paga a la culpa» (George Sewell). Solo el temor de Dios puede liberarnos del temor al hombre (John Witherspoon). Lucas afirma que transcurrió una hora entre la segunda y la tercera negación. En torno al momento de la tercera negación, Juan proporciona detalles adicionales, tal vez porque él también se encontraba en el patio y reconoció al hombre que desafiaba a Jesús como un pariente de Malco, a quien Pedro le cortó la oreja en el huerto de GetsemanÃ. Los que estaban cerca del fuego ahora tenÃan un testigo que hizo que Pedro perdiera la compostura. Juan escribió:
Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente del hombre a quien Pedro le habÃa cortado la oreja, lo desafió: «¿No te vi con él en el olivar?» (Juan 18:26).
La imagen de los evangelios muestra a varias personas mirando a Pedro con recelo. La presión de su testimonio, junto con la de algunos de los sirvientes que estaban cerca, hizo que Pedro se maldijera a sà mismo, deseando una muerte violenta por parte de Dios si estaba mintiendo sobre su relación con Jesús.
73Al poco rato, los que estaban allà se acercaron a Pedro y le dijeron: «Seguro que eres uno de ellos, porque tu acento te delata». 74Entonces comenzó a maldecirse a sà mismo y les juró: «¡No conozco a ese hombre!». Inmediatamente cantó un gallo. 75Entonces Pedro recordó la palabra que Jesús habÃa dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Y salió y lloró amargamente (Mateo 26:73-75).
Lucas nos da más detalles sobre lo que finalmente rompió el corazón de Pedro y lo hizo llorar amargamente.
59Aproximadamente una hora más tarde, otro afirmó: «Sin duda este hombre estaba con él, pues es galileo». 60Pedro respondió: «¡Hombre, no sé de qué estás hablando!». Justo cuando hablaba, cantó el gallo. 61El Señor se volvió y miró directamente a Pedro. Entonces Pedro recordó la palabra que el Señor le habÃa dicho: «Antes de que cante el gallo hoy, me negarás tres veces». 62Y salió y lloró amargamente (Lucas 22:59-62; énfasis añadido).
Qué doloroso debió de ser para Pedro oÃr cantar al gallo y recordar lo que le habÃa dicho a su Señor, y al mismo tiempo cruzar la mirada con el Amado de su alma. Qué difÃcil es decepcionar a Aquel a quien amamos. Demos gracias a Dios por su misericordia hacia todos los que hemos fallado en el dÃa de la prueba. Que caminen en el perdón y el amor de Cristo. Keith Thomas
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