
Era un dÃa normal para Abraham. Estaba sentado a la sombra de su tienda, bajo los Era un dÃa normal para Abraham. Estaba sentado a la sombra de su tienda, bajo los grandes árboles de Mamre, con una vista que se extendÃa ante él del valle del Jordán, también conocido como el valle del Mar Muerto. HabÃa llegado el dÃa del anuncio a Abraham y Sara, y por fin tendrÃan el bebé de sus sueños. La buena noticia vendrÃa del mismo Señor YHWH. La palabra «Señor» se escribe con mayúscula (v. 1), lo que nos indica que en el texto se utiliza el nombre hebreo de Dios, YHWH.
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1El Señor se apareció a Abraham cerca de los grandes árboles de Mamre, mientras él estaba sentado a la entrada de su tienda en el calor del dÃa. 2Abraham alzó la vista y vio a tres hombres de pie cerca de él. Cuando los vio, se apresuró a salir de la entrada de su tienda para recibirlos y se postró con el rostro en tierra. 3Dijo: «Si he hallado gracia ante tus ojos, mi señor, no pases de largo sin visitar a tu siervo. 4Traed un poco de agua para que os lavéis los pies y descanséis bajo este árbol. 5Os traeré algo de comer para que os refresquéis y luego podáis seguir vuestro camino, ya que habéis venido a casa de vuestro siervo». «Está bien», respondieron ellos, «haz como has dicho». 6Abraham se apresuró a entrar en la tienda para avisar a Sara. «Rápido», dijo, «traed tres seás de la mejor harina, amasadla y hornead pan». 7Luego corrió al rebaño, escogió un ternero tierno y lo dio a un criado, que se apresuró a prepararlo. 8Después trajo cuajada, leche y el ternero que habÃa sido preparado, y lo puso delante de ellos. Mientras comÃan, él se quedó de pie junto a ellos, debajo de un árbol (Génesis 18:1-8).
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Abraham no se dio cuenta de que era el Señor hasta más tarde, por la tarde. En cuanto vio a los tres hombres, YHWH y los dos ángeles, Abraham se puso en acción y se apresuró a salir de donde estaba sentado para recibirles. Se inclinó profundamente ante estos tres desconocidos. En la cultura de Oriente Medio, los visitantes que llegan a una casa son muy apreciados. Cuando los tres hombres se acercaron a Abraham, él no sabÃa el motivo de su visita. Para Abraham, estos hombres no eran más que desconocidos. El autor de la carta a los Hebreos en el Nuevo Testamento tiene algo que decir sobre el trato adecuado a los visitantes:
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No olvidéis la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles (Hebreos 13:2).
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Quizás el autor de la carta a los Hebreos reflexionó sobre la visita del Señor y sus dos ángeles a Abraham. Abraham insistió en que se sentaran y descansaran a la sombra de los árboles mientras él les traÃa comida y agua para lavarles los pies polvorientos (v. 5). Los visitantes se alegraron de quedarse un rato. Es hermoso pensar que el Señor del cielo y de la tierra viniera a comer y a refrescarse con su pueblo. ¿No serÃa maravilloso que Jesús viniera a cenar con nosotros? Por supuesto, estos visitantes no necesitaban las provisiones que Abraham les ofrecÃa, pero se detuvieron y comieron por amor a Abraham. Fue Abraham quien recibió lo que necesitaba ese dÃa. El servicio de Abraham a estos desconocidos se llevó a cabo a un ritmo apresurado (vs. 2 y 6). Tuvo cuidado de no hacerles perder el tiempo.
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El Señor y sus ángeles esperaron pacientemente mientras Abraham y Sara les servÃan de todo corazón. DeberÃa alegrarnos el corazón que el Creador de todo el universo viniera a almorzar con Abraham y Sara. ¿Y tú, hoy? ¿Puedes servir a los que te rodean como si fueran el Señor y sus siervos? ¿Puedes poner tu corazón en ello como lo hizo Abraham aquel dÃa? Nunca se sabe a quién puedes estar sirviendo. Puede que sea el Señor quien te visita. Keith Thomas.
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