
En nuestras meditaciones diarias, examinamos el enfrentamiento entre el Señor Jesús y los influyentes lÃderes religiosos de aquella época. A ellos no les gustaba que Cristo afirmara ser LA Luz de Israel (Juan 8:12), por lo que los lÃderes lo atacaron ferozmente. Jesús respondió iluminando sus corazones oscuros.
Nuestra creencia general es que Dios es el Padre de toda la humanidad. Esto es cierto hasta cierto punto, porque Él creó nuestros cuerpos y nos dio un espÃritu, una mente, una voluntad y emociones. Sin embargo, no es exacto decir que Él es nuestro Padre hasta que nacemos de nuevo (Juan 3:3). Jesús explicó que hay dos tipos de personas en este mundo: las que están de su lado y las que están engañadas y pertenecen al diablo, haciendo su obra. Esto es lo que dijo:
El que no está conmigo, está contra mÃ, y el que no recoge conmigo, desparrama (Mateo 12:30).
En cuanto a ustedes, estaban muertos en sus transgresiones y pecados, en los que solÃan vivir cuando seguÃan los caminos de este mundo y del prÃncipe del poder del aire, el espÃritu que ahora opera en los hijos de desobediencia (Efesios 2:1-2; énfasis añadido).
El Señor les dijo a los lÃderes religiosos que el simple hecho de ser descendientes de Abraham no los convertÃa en hijos de Abraham, el hombre de fe. Cristo pretendÃa liberarlos del control de Satanás revelándoles la verdad sobre su estado espiritual.
38Yo les digo lo que he visto en la presencia del Padre, y ustedes hacen lo que han oÃdo de su padre. 39«Abraham es nuestro padre», respondieron ellos. «Si fuerais hijos de Abraham —dijo Jesús—, harÃais las obras de Abraham. 40Pero vosotros estáis dispuestos a matarme, a mÃ, que os he dicho la verdad que he oÃdo de Dios. Abraham no hizo tales cosas. 41Vosotros hacéis las obras de vuestro padre». «Nosotros no somos hijos ilegÃtimos», protestaron. «El único Padre que tenemos es Dios mismo». 42Jesús les dijo: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amarÃais, porque yo procedo de Dios y ahora estoy aquÃ. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me ha enviado. 43¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis oÃr lo que digo. 44Vosotros sois de vuestro padre, el diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre (Juan 8:38-44; énfasis añadido).
Los que discutÃan con Jesús decÃan que su padre era Abraham (v. 39), pero Jesús les dijo la verdad: estaban bajo el control del enemigo. Los lÃderes respondieron con difamaciones y duras palabras sobre el nacimiento de Cristo y su madre: «Nosotros no somos hijos ilegÃtimos», protestaron (v. 41). Le preguntaron de manera insultante si habÃa nacido ilegÃtimamente e insinuaron que era samaritano, ya que no tenÃan pruebas de quién era su padre. Le dijeron: «¿No tenemos razón al decir que eres samaritano y que estás poseÃdo por un demonio?» (v. 48). Quizás enviaron espÃas a Nazaret, donde Jesús creció, y descubrieron que MarÃa estaba embarazada de Jesús antes de casarse con José, su esposo. Si hubieran consultado los registros, habrÃan sabido de su noble nacimiento en Belén, su linaje a través del rey David y su tribu, la tribu de Judá. Al enemigo le encanta calumniar a Cristo, manchar la reputación de su nombre por encima de todos los demás y arrastrarlo por el barro. Muchos de nosotros vemos cómo ocurre esta difamación a nuestro alrededor. No es el nombre de Buda o Mahoma el que se pronuncia en vano. Es el nombre de Jesús el que se calumnia. Jesús se enfrentó a la oposición espiritual del enemigo, y no deberÃa sorprendernos si nosotros también nos enfrentamos a la calumnia y la persecución.
Jesús les dijo claramente: «Vosotros sois de vuestro padre, el diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre» (v. 44). Debido a que el pecado controlaba sus vidas, sus palabras y acciones revelaban que Satanás los poseÃa por completo.
Los que caminamos con Cristo debemos decir la verdad sobre aquellos que nos rodean y caminan en la oscuridad; de lo contrario, ¿cómo despertarán del letargo de la muerte espiritual? Algunos sugieren que no debemos decir cosas duras ni herir los sentimientos de las personas con respecto a su condición espiritual. Me temo que no estoy de acuerdo. Tenemos la responsabilidad de decir la verdad de las Escrituras. Estamos en una batalla y están en juego vidas eternas. Si Jesús habló claramente sobre hacia dónde veÃa que se dirigÃan estos hombres religiosos, entonces nosotros también debemos hacerlo con quienes nos rodean. Que no haya arrepentimientos cuando exhalemos nuestro último aliento. Keith Thomas.
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Esta es una breve meditación del estudio completo en español disponible en el siguiente enlace: https://www.groupbiblestudy.com/spanishnewatthis/3.-you-must-be-born-again!




